Nota para el viajero


en este blog intento reunir dos de mis más salvajes obsesiones: el arte y la literatura; está dedicado a todos los creadores que de alguna manera siempre me acompañan y han pasado a formar parte de mi manera de entender el mundo...

no soy un "conocedor" académico... así que no me exijan ni tesis doctorales ni razonamientos consecuentes...


martes, 17 de julio de 2012

Pablo de Rokha, la lágrima furiosa

PABLO DE ROKHA

LA LÁGRIMA FURIOSA
(ANTOLOGÍA)




LA ACTUALIDAD DE PABLO DE ROKHA
por Fesal Chaín


"La poesía de Pablo de Rokha es la voz lírica más grande, más profunda, más trascendental que ha nacido en este continente desde Walt Whitman. Ambos forman un extraordinario y genial dúo poético, el más permanente, el más clásico y revolucionario de la poesía lírica mundial." (Carlos Droguett)

"Pablo de Rokha no es sólo el más grande poeta de América, sino el más grande de la lengua castellana en el siglo XX." (León Felipe)


VIDA Y OBRA SIN ESCISIÓN

Una primera cuestión esencial de la obra de Pablo de Rokha, es que ésta no se puede escindir de su propia vida. Y lo que parece obvio o innecesario destacar, es fundamental, no sólo en el análisis de la poesía de de Rokha sino que es a su vez el pivote de este artículo y de su proclama. Tal como lo plantea Jorge Muzam:

"El poeta debe redoblar sus esfuerzos para mantener a la numerosa familia. Edita sus libros y sale a venderlos; compra, vende o trueca una gran variedad de especies; viaja, da conferencias, asiste a mítines políticos, escribe columnas de opinión, enseña, polemiza, ataca, se defiende y contraataca y no descansa jamás..."

Y como nos reafirma el poeta chileno Alejandro Lavquén: "Su vida estuvo marcada por las estrecheces económicas y la preocupación por buscar el sustento diario para su numerosa familia. Además de escribir, editar y vender sus propios libros, ejerció otros trabajos: corredor de propiedades, comerciante de frutas y vendedor de productos agrícolas. Durante muchos años fue vendedor de cuadros, recorriendo el país con su mercancía. También ejerció la docencia como profesor de estética e historia del arte en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, donde perdió por un voto su postulación a decano. De Rokha y su familia vivieron en varias ciudades en distintos períodos. Siempre arrendando casas con amplios patios: esto les permitía tener su propio huerto y gallinero para satisfacer sus necesidades de alimentación cuando llegaban las "vacas flacas". Dice el poeta, en parte de su autobiografía: "Montamos los hogares del vagabundaje con sentido de eternidad y ambición de estabilizarnos, pues yo fabrico muebles, instalo los gallineros con dos patos, un gallo, tres gallinas, dos pavos y el perro de la casa".

Porque hoy en Chile y acaso en el pasado fue similar, hay muchos poetas a los que sólo les basta "escribir sobre ciertos temas" a los cuales fenomenológicamente o en la práctica, no están vinculados. De esta manera, si bien existen escasos poetas que se auto proclaman proletarios o por la causa de los trabajadores, hay muchísimos que escriben "sobre" ellos. Así, el principio de sinceridad de la poesía se ve absolutamente trastocado. Pasa a ser el oficio y la obra una especie de construcción sobre un objeto que no posee identidad con el sujeto. O en el mejor de los casos, si el autor no se proclama seguidor de la causa popular, escribe una y otra vez desde y sobre el grupo social al que pertenece o sobre la familia (Padre-Madre) y los problemas de su sexualidad, configurando generalmente una poesía pequeño-burguesa. De esos poetas estamos plagados hoy en Chile. No se trata obviamente de que todos se declaren populares o defensores de las causas populares, sin embargo hay demasiados que escriben sobre cuestiones que lisa y llanamente no conocen, como acaso fue la literatura naturalista chilena. Esta práctica literaria reproduce a su vez la práctica del pensamiento social chileno preponderante y dominante, el cual afirma y reafirma, sólo desde la palabra y no desde los actos, acercamientos que terminan siendo espurios.



CONTRA PSEUDO IZQUIERDISTAS Y DERECHAS

Una segunda cuestión y nada de baladí, es su conflicto con el Partido Comunista, que no es sino para la época un conflicto con una vertiente importantísima de la izquierda histórica. "A partir de 1930 (...) el poeta ingresa al Partido Comunista, es candidato a diputado y luego es expulsado del partido en 1940. Su desinterés en amoldarse a la disciplina partidaria y sus ataques furibundos contra camaradas más antiguos le granjea la enemistad de la alta dirigencia comunista. El poeta se defiende a través de su revista Multitud: "La campaña sistemática y subterránea de la pequeña fracción intelectual del Partido perjudica al partido y daña, en su reputación política a un escritor que cumple heroica, estricta y rigurosamente sus deberes democráticos..."

Así "(...) el poeta sigue buscando ser considerado como la voz oficial de los oprimidos, el gran poeta del pueblo chileno y del Partido Comunista, pero el partido no lo quiere, pues probablemente teme a su voz anarquizante, encabritada e inmanejable. En un artículo-carta de Multitud el poeta expresa amargura por su aislamiento del contexto cultural chileno y del partido que tanto ama: "Toda mi obra y toda mi vida, están aplastadas por la conspiración del silencio, de la calumnia y de la mentira de mis saqueadores, por el odio personal, por la persecución subterránea de una fracción turbia, errada y minoritaria, pero muy fuerte, enmascarada en el partido, al cual entrego día a día mi pluma, mi acción, mi alma...". Pero el partido le ha dado desde hace rato su bendición a Pablo Neruda, militante dócil y disciplinado, cuya voz poética se empieza a escuchar en Europa".

"Obsesionado por un concepto de compromiso social ilimitado, extiende sus críticas tanto a los políticos de derecha como a los de izquierda, entre estos últimos Marmaduke Grove y Pedro Aguirre Cerda. Esta actitud de poseedor de la verdad absoluta en el terreno moral, representa en el poeta un foco dominante de su trabajo creativo".

Al respecto, Jorge Teillier nos hace un breve pero exacto esbozo del poeta: "Iconoclasta en poesía, lo es también en actitud social y política, incorporándose al anarquismo, rebelde y furioso, individualista, al amparo de Nietzsche y Max Stirner (el olvidado autor de la influyente obra El Único y su Propiedad). Ataca y recibe los ataques como un "toro furioso" (así lo retrata Nicanor Parra) y gira en cierto modo en el vacío. Pero su concepción materialista del mundo encuentra su expresión en el marxismo–leninismo, al cual siempre fue fiel, y al cual en determinada época subordina su expresión y teoría poética. Así, si en 1927 declaraba que "el comunismo es cosa de cerdos", en 1933 edita sus Cantos de trinchera, y en 1935 en una polémica con Ricardo Boizard, al cual bautiza como "el tontito de las monjas", se declara ferviente stalinista. Hombre de una pieza, su vida estuvo siempre al servicio del socialismo, y esto ha sido en estos días debida –aunque tardíamente– reconocido".


UN POETA ÉTICO

Una tercera cuestión, que no es sino la base de su vida cotidiana y su postura literaria y política, es su ética. Tal como nos lo cuenta su amigo Eugenio Matus: "Yo, observando sus simpatías y antipatías literarias, creía advertir que en el fondo de ellas, más que juicios estéticos, lo que había en muchos casos eran juicios éticos. "Mal Hombre", "Buen hombre" eran expresiones que a menudo se asociaban en su conversación a las figuras literarias que comentaba. Este rigorismo ético lo llevaba, es cierto, en muchas ocasiones a emitir juicios estéticos discutibles; pero considerada en sí misma esta posición moral ante la vida, es uno de los rasgos más nobles de su carácter. La delicadeza de conducta de don Pablo, su desprecio por las frivolidades, por las liviandades, por los oportunismos; el heroísmo con que llevó siempre una vida limpia, son cosas que nunca podrán ser suficientemente destacadas. Don Pablo podía ser arbitrario, injusto en muchos casos; tenía manías; pero nadie podrá decir de él que cometió jamás una bajeza. Si atacaba, atacaba de frente, con grandes letras de molde, y de la justicia o injusticia de sus palabras respondía claramente."


UN POETA POPULAR DE LA ALTA CULTURA

Pero Pablo de Rokha no era un político, era un poeta y se dedicó sistemáticamente a estudiar, a leer, para hacer de su poesía una propuesta desde la alta cultura y a la par desde lo popular y nacional. Se comprende desde la totalidad de su obra, esta voluntad fundante de entroncar la cultura universal y la ideología con la cultura popular. Ejemplos hay muchísimos a lo largo y ancho de su obra, y sin pretender ser exhaustivo, ya se puede notar esta mixtura desde "Escritura de Raimundo Contreras" de 1929, pasando por "Morfología del espanto" de 1942, por "Acero de invierno" de 1961 y "Estilo de masas" de 1965, por nombrar solamente algunas de las obras presentes en su Antología "MIS GRANDES POEMAS" de 1969.

Así también nos cuenta Matus: "Era don Pablo un profundo conocedor de la literatura española clásica. Había leído completo a Quevedo y sentía adoración por Cervantes. Como hombre apasionado y, por lo tanto, arbitrario, este entusiasmo por Cervantes lo llevaba a sentir una profunda antipatía por Lope. Creía que era un tipo de poco fiar, un malandrín que no había titubeado en cometer con Cervantes la piratería de publicar la segunda parte apócrifa del Quijote. Don Pablo afirmaba esto sin ningún género de dudas. El miserable de Avellaneda no podía ser sino Lope. (...) Don Pablo era un hombre (...) de una formación humanística que ya quisieran poseer muchos de sus detractores. Había leído a los clásicos en latín, conocía bien la filosofía idealista alemana, el marxismo, y se movía en el campo de la literatura universal con la naturalidad de quien ha leído y entendido, y que tiene frente a cada cosa una posición firme y responsable..."



UN ACERCAMIENTO GENERAL A SU OBRA

Jorge Teillier en su breve artículo PABLO DE ROKHA, CREADOR DE FUTURO nos dice: "La poesía de Pablo de Rokha es esencialmente épica y de aliento universal en su intención, pero para nosotros Pablo de Rokha es esencialmente el hombre que describe un Chile patriarcal y dionisíaco de principios de siglo, en el cual la moneda era fuerte, se sentía conciencia de pertenecer a un país rector en América del Sur (...) Nos parece que Pablo de Rokha nunca dejó de ser un habitante del Licantén de su infancia, magistralmente descrito en su novela inconclusa Clase Media (1940) y que es el rememorado en "La tonada de Lucho Contardo" y en gran parte de su famosa epopeya sobre las comidas y bebidas de Chile; visión de un Chile ido por los ojos de un arriero cordillerano, un huaso de la zona central.

(...) Cuando Pablo de Rokha toma el gran tono mayor y desgarrado, su visión, superando cierto tono monocorde, es apocalíptica, desgarrada, afín a la de los poetas "beatniks", como en su Lenguaje del Continente (1943), cuyos fragmentos podemos comparar con los de Howl (Aullido) de Allen Ginsberg (1957) (...) En otro medio, Pablo de Rokha hubiese sido un poeta de proyección universal, de lo cual él fue consciente y lo que comúnmente le fue negado en su país, en gran parte por su misma actitud de poner al autor delante de su obra. (...) Pero no olvidemos de Pablo de Rokha también al gran poeta lírico, capaz de escribir un poema como "Círculo", uno de los más hermosos poemas de amor de la lengua, así como de hacer la experiencia surrealista de Suramérica (1933) asimilándola a un contexto chileno".

Finalmente, en el artículo de Fundación Internacional José Guillermo Carrillo se plantea: "El poeta intentó con su obra la gran tarea de crear una "escritura" que fuera capaz de equipararse a la complejidad de lo real en todas sus dimensiones: políticas, éticas, sicológicas, sociales, económicas, religiosas, filosóficas, afectivas. La escritura poética como producción imaginaria se convierte en representación histórica y social de la realidad, sin perder de vista su proyección como utopía liberadora, ligada a la conciencia y a la praxis. La escritura rokhiana es así, la aspiración a convertir el lenguaje poético en un paradigma que mueva los sentimientos, los pensamientos y las acciones del pueblo. Con eso, la obra de Pablo de Rokha repite interminablemente desde el primero hasta el último poema, esa tensión dialéctica entre el yo desmesurado ahíto de pasión e infinito fástico y ese mundo caótico y alienado que aspira a ordenar y convertir en el paraíso de la colectividad humana. La poesía rokhiana se define en último término, por la tensión de un movimiento hacia lo inalcanzable. Escritura comprometida hasta las últimas consecuencias con la vida y el mundo, con los seres amados y odiados, con el decir auténtico expresado en todas las formas posibles de la "literatura", con el código ético y político de la honestidad personal, con la aspiración sobrehumana de fundir en la retórica poética el mundo en que se vive y las utopías con que se sueña".


FUENTE:




BALADA DE PABLO DE ROKHA

Yo canto, canto sin querer, necesariamente, irremediablemente, fatalmente, al azar de los sucesos, como quien come, bebe o anda y porque sí; moriría si no cantase, moriría si no cantase; el acontecimiento popular del poema estimula mis nervios sonantes, no puedo hablar, entono, pienso en canciones, no puedo hablar, no puedo hablar; las ruidosas, trascendentales epopeyas me definen, e ignoro el sentido de mi flauta; aprendí a cantar siendo nebulosa, odio, odio las utilitarias labores erradas, cuotidianas, prosaicas, y amo la ociosidad ilustre de lo bello; cantar, cantar, cantar...  he ahí lo único que sabes, Pablo de Rokha... 

Los sofismas universales, las cósmicas, subterráneas leyes dinámicas, me rigen, mi canción natural, polifónica se abre más allá del espíritu, la ancha belleza subconciente, trágica, matemática, fúnebre, guía mis pasos en la obscura claridad; cruzo las épocas cantando como un gran sueño deforme, mi verdad es la verdadera verdad, el corazón orquestal, musical, orquestal, dionisíaco, flota en la augusta, perfecta, la eximia resonancia unánime, los fenómenos convergen a él, y agrandan su sonora sonoridad sonora, sonora; y estas fatales manos van, sonámbulas, apartando la vida externa, —conceptos, fórmulas, costumbres, apariencias-; mi intuición sigue los caminos de las cosas, vidente, iluminada y feliz, porque todo se hace canto en mis huesos, todo se hace canto en mis huesos. 

Pus, llanto y nieblas lúgubres, dolor, solo dolor mamo en los roñosos pechos de la vida, no tengo casa y mi vestido es pobre; sin embargo, mis cantares dramáticos-inéditos, modestísimos suman el pensamiento, todo el pensamiento de la raza y la voz del instante; soy un país hecho poeta, por la gracia de "Dios"; desprecio el determinismo de las ciencias parciales, convencionales, pues mi sabiduría monumental surge pariendo axiomas desde lo infinito, y su elocuencia errante, fabulosa y terrible crea mundos e inventa universos continuamente; afirmo o niego, y mi pasión gigante atraviesa tronando el pueblo imbécil del prejuicio, la mala aldea clerical de la rutina. 

Atardeciendo me arrodillé junto a una inmensa y gris piedra humilde, democrática, trágica, y su oratoria, su elocuencia inmóvil habló conmigo, en aquel sordo lenguaje cosmopolita e ingenuo del ritmo universal; hoy, tendido a la sombra de los lagos, he sentido el llanto de los muertos flotando en las corolas; oigo crecer las plantas y morir los viajeros planetas degollados igual que animales, el sol se pone al fondo de mis años lúgubres, amarillos, amarillos, amarillos, las espigas van naciéndome, a media noche los eternos ríos lloran a la orilla de mi tristeza y a mis dolores maximalistas se les caen las hojas... "buenos días, buenos días árbol", dije al reventar la mañana sobre las rubias cumbres chilenas, y más tarde clamaba: "estrellas, sois estrellas, ¡oh prodigio!..." 

Mis pensamientos hacen sonar los siglos contra los siglos; voy caminando, caminando, caminando musicalmente y mis actos son himnos, cánticos naturales, completamente naturales; las campanas del tiempo repican cuando me oyen sentirme; constituyo el principio y la razón primordial de todas las tonadas, el eco de mis trancos restalla en la eternidad, los triángulos paradójicos de mi actitud resumen el gesto de los gestos, el gesto, la figura del superhombre loco que balanceó la cuna macabra del orbe e iba enseñándole a hablar. 

Los cantos de mi lengua tienen ojos y pies, ojos y pies, músculos, alma, sensaciones, grandiosidad de héroes y pequeñas costumbres modestas, simplicísimas, mínimas, simplicísimas de recién nacidos, aúllan y hacen congojas enormes, enormes, enormemente enormes, sonríen, lloran, sonríen, escupen al cielo infame o echan serpientes por la boca, obran, obran lo mismo que gentes o pájaros, dignifican el reino animal, el reino vegetal, el reino mineral, y son bestias de mármol, bestias, bestias cuya sangre ardiendo y triste-triste, asciende a ellos desde las entrañas del globo, y cuyo ser poliédrico, múltiple, simultáneo está en los quinientos horizontes geográficos; florecen gozosos, redondos, sonoros en octubre, dan frutos rurales a principios de mayo o junio o a fines de agosto, maduran todo el año y desde nunca a desde nunca; anarquistas, estridentes, impávidos, crean un individuo y una gigante realidad nueva, algo que antes, antes, algo que antes no estaba en la tierra, prolongan mi anatomía terrible hacia lo absoluto, aún existiendo independientemente; ¡tocad su cuerpo, tocad su cuerpo y os ensangrentareis los dedos miserables!... 

Ariel y Calibán, Grecia, Egipto, Roma,  el país judío y Chile, las polvosas naciones prehistóricas, Jesús de Nazareth, los cielos, las montañas, el mar y los hombres más hombres, las oceánicas multitudes, ciudades, campos, talleres, usinas, árboles, flores, sepulcros, sanatorios, hospicios u hospitales, brutos de piel terrosa y lejano mirar, lleno de églogas, insectos y aves, pequeñas, armoniosas mujeres pálidas; el cosmos idiota, maravilloso, maravilloso, maravilloso, orienta mis palabras, y rodaré sonando eternamente, como el viejo del viejo, nidal en donde anidan todos los gorjeos del mundo!...



NIÑA DE LAS HISTORIAS MELANCÓLICAS, NIÑA...

Niña de las historias melancólicas, niña, 
niña de las novelas, niña de las tonadas 
tienes un gesto inmóvil de estampa de provincia 
en el agua de otoño de la cara perdida 
y en los serios cabellos goteados de dramas. 
Estás sobre mi vida de piedra y hierro ardiente 
como la eternidad encima de los muertos, 
recuerdo que viniste y has existido siempre, 
mujer, mi mujer mía, conjunto de mujeres, 
toda la especie humana se lamenta en tus huesos. 
Llenas la tierra entera, como un viento rodante, 
y tus cabellos huelen a tonada oceánica, 
naranjo de los pueblos terrosos y joviales, 
tienes la soledad llena de soledades, 
y tu corazón tiene la forma de una lágrima. 
Semejante a un rebaño de nubes, arrastrando 
la cola inmensa y turbia de lo desconocido, 
tu alma enorme rebasa tus huesos y tus cantos, 
y es lo mismo que un viento terrible y milenario 
encadenado a una matita de suspiros. 
Te pareces a esas cántaras populares, 
tan graciosas y tan modestas de costumbres; 
tu aristocracia inmóvil huele a yuyos rurales, 
muchacha del país, florecida de velámenes, 
y la greda morena, triste de aves azules. 
Derivas de mineros y de conquistadores, 
ancha y violenta gente llevó tu sangre extraña, 
y tu abuelo, Domingo de Sánderson, fue un hombre; 
yo los miro y los veo cruzando el horizonte 
con tu actitud futura encima de la espalda. 
Eres la permanencia de las cosas profundas 
y la amada geográfica, llenando el Occidente; 
tus labios y tus pechos son un panal de angustia, 
y tu vientre maduro es un racimo de uvas 
colgado del parrón colosal de la muerte. 
Ay, amiga, mi amiga, tan amiga mi amiga, 
cariñosa lo mismo que el pan del hombre pobre; 
naciste tú llorando y sollozó la vida; 
yo te comparo a una cadena de fatigas 
hecha para amarrar estrellas en desorden.



NOCTURNO MUY OBSCURO

La noche inmensa no resuena, estalla
como un bramido colosal, retumba
con un tremendo estruendo de batalla
que saliera de adentro de una tumba.

Fué un pedazo de espanto que restalla
o una convicción que se derrumba,
una doncella a quien violó un canalla
y una montura en una catacumba.

Calla con un lenguaje de volcanes,
como si un escuadrón de capitanes
galopara en caballos de basalto.

Porque el silencio es tan infinito
tan espantoso y grande como un grito
que cae degollado desde lo alto.



EPITALAMIO

Dios te ampare, mujer, inmaculada y triste como una flor que oliese a hojas caídas.

Universo, universo, universo, ave-niña, ilusión más ingenua, más ingenua aún, más ingenua que las cunas azules cuando el sol clarea los pueblos fúnebres, melancólicos.

Tú que pastoreabas las palomas del lugar por cuatro reales...

Filosofando caminas sobre las tumbas del planeta-Winétt.

Reíste a los tres días de nacer, dulcemente de nacer, porque ya eras madre de lo creado y abuela de los muertos.

Paz, sonora canción nacida de un tajo hecho en la tierra, sin héroes  o niños divinos antes de ayer.

Y manas sangre de árbol-árbol con olor a surcos llenos de simiente.

Contigo el pánico florece y las tristezas dan frutos dulces.

E iluminas el camino hacia el hombre distante.

Desengañada te crees y tus días son cuentos para niños.

He aquí que eres máquina de nieve encendida.

Andas por los caminos de la vida y la muerte con el ritmo enorme que fluyen cantando a ciegas los fenómenos, cantando a ciegas los fenómenos, cantando a ciegas los fenómenos.

Yo conozco, siento que tus raíces cándidas horadaron mi estupor...

Atardeciendo, cuando el farol invernal del crepúsculo alumbra lo melancólico, el porvenir de las tumbas lluviosas e irremediables, la cara absurda del vacío, entonces, yo estoy, querida, deshojándote hoja a hoja... hoja a hoja...

Ejemplo de mujer casada, niña de octubre y mariposa, mi corazón se está incendiando a tus pies.

El cataclismo universal de tu agonía me tronchará los huesos marchitos y sentiré que moriré llamándote.

Soy tuyo entero, encadéname con sollozos y alimenta con besos golosos al animal feroz que elegiste por amo.



LA IDOLATRADA

Montaña de versos, brazada de sueños
ardiendo,
sobre mi sexo;
llaga de sol, llaga de miel, llaga de luz encima de las frutas clásicas,
incendio,
leña de pena...

Como camino polvoroso
de canciones,
como recuerdo polvoroso,
así
tu amor
embellece y alegra entristeciendo.

Viejo y negro pueblo de tórtolas crepusculares; 
casa de los naranjos melancólicos
y las tejas lluviosas;
casona de herrumbre con gatos oblicuos y tristes;
con limoneros, solteronas y días domingos,
con villorrios y viajeros, con postinos de cansancio, con carretas de tonadas
en las vitrinas anacrónicas;
país de las provincias y los pianos ruinosos
bajo el poniente irremediable,
país de los sepulcros, los borrachos y las rutas de otoño,
yo.
y tú,
tú, pequeña, curiosa, morena, asomada en las ventanas...

Quiero la vida porque tú eres vida,
quiero la sombra porque tú eres sombra, mujer,
quiero la tierra porque tú eres tierra;
y tus besos como higos
como agua de fuentes rurales.
como uvas
llenas de mar, cantando desde las viñas cósmicas;
acepto la materia y la tristeza
porque tu carne es triste,
porque tu alma es triste
como la higuera de las parábolas.

Abierta
frente al universo
abierta,
eres cual una herida de la Tierra.
poblada de voces mundiales,
madura de goces fragantes...
¡palabras del siglo, muñeca con ojazos negros!...
panorama del hombre y del tiempo
cruzando mis huesos!...

Aventurero con espanto,
columpio mi gesto pirata,
como un fruto enorme y podrido,
entre la nada y la nada;
encima tú, como un beso en un mundo,
encima tú, temblando,
encima tú, como un canto en un muerto,
encima tú, como un nido en un árbol
estupendo,
paloma de las lindes últimas.

Eres clara como la muerte,
eres buena como la muerte
y profunda como la muerte;
dulce y triste como sol de invierno;
llena de nidos y frutos,
como un bosque inmenso o una humilde casa de campo:
arada por la maternidad,
los hijos te engrandecen como a la tierra el surco,
mujer, la idolatrada.
mujer, la idolatrada.

Hermana de la luna,
la pena,
la lluvia
y el destino de las cosas,
determinas el límite
de l0 absoluto y l0 infinito
con la rayita azul de tu existencia.

Embajadora de las golondrinas,
mujer, la idolatrada;
se enorgullece "Dios" de haberte hecho
y haberte mirado en los tiempos, haberte mirado en los mundos, haberte
mirado en los sueños
frente a la creación, adolorida;
bendita y amada
por
los siglos
de
los siglos...
¡coronada de pueblos y de niños!...



CÍRCULO

Ayer jugaba el mundo como un gato en tu falda;
hoy te lame las finas botitas de paloma;
tienes el corazón poblado de cigarras,
y un parecido a muertas vihuelas desveladas,
gran melancólica.

Posiblemente quepa todo el mar en tus ojos
y quepa todo el sol en tu actitud de acuario;
como un perro amarillo te siguen los otoños,
y, ceñida de dioses fluviales y astronómicos,
eres la eternidad en la gota de espanto.

Tu ilusión se parece a una ciudad antigua,
a las caobas llenas de aroma entristecido,
a las piedras eternas ya las niñas heridas;
un pájaro de agosto se ahoga en tus pupilas,
y, como un traje obscuro, se te cae el delirio.

Seria como una espada, tienes la gran dulzura
de los viejos y tiernos sonetos del crepúsculo;
tu dignidad pueril arde como las frutas;
tus cantos se parecen a una gran jarra obscura
que se volcase arriba del ideal del mundo.

Tal como las semillas, te desgarraste en hijos,
y, lo mismo que un sueño que se multiplicara,
la carne dolorosa se te llenó de niños;
mujercita de invierno, nublada de suspiros,
la tristeza del sexo te muerde la palabra.

Todo el siglo te envuelve como una echarpe de oro;
y, desde la verdad lluviosa de mi enigma,
entonas la tonada de los últimos novios;
tu arrobamiento errante canta en los matrimonios,
cual una alondra de humo, con las alas ardidas.

Enterrada en los cubos sellados de la angustia,
como Dios en la negra botella de los cielos,
nieta de hombres, nacida en pueblos de locura,
a tu gran flor herida la acuestas en mi angustia,
debajo de mis sienes aradas de silencio.

Asocio tu figura a las hembras hebreas,
y te veo, mordida de aceites y ciudades,
escribir la amargura de las tierras morenas
en la táctica azul de la gran danza horrenda
con la cuchilla rosa del pie inabordable.

Niña de las historias melancólicas, niña,
niña de las novelas, niña de las tonadas,
tienes un gesto inmóvil de estampa de provincia
en el agua de asombro de la cara perdida
y en los serios cabellos goteados de dramas.

Estás sobre mi vida de piedra y hierro ardiente,
como la eternidad encima de los muertos,
recuerdo que viniste y has existido siempre,
mujer, mi mujer mía, conjunto de mujeres,
toda la especie humana se lamenta en tus huesos.

Llenas la tierra entera, como un viento rodante,
y tus cabellos huelen a tonada oceánica;
naranjo de los pueblos terrosos y joviales,
tienes la soledad llena de soledades,
y tu corazón tiene la forma de una lágrima.

Semejante a un rebaño de nubes, arrastrando
la cola inmensa y turbia de lo desconocido
tu alma enorme rebasa tus hechos y tus cantos,
y es lo mismo que un viento terrible y milenario
encadenado a una matita de suspiros.

Te pareces a esas cántaras populares,
tan graciosas y tan modestas de costumbres;
tu aristocracia inmóvil huele a yuyos rurales,
muchacha del país, florida de velámenes,
y la greda morena, triste de aves azules.

Derivas de mineros y de conquistadores,
ancha y violenta gente llevó tu sangre extraña,
y tu abuelo, Domingo Sánderson fue un HOMBRE;
yo los miro y los veo cruzando el horizonte
con tu actitud futura encima de la espalda.

Eres la permanencia de las cosas profundas
y la amada geografía llenando el Occidente;
tus labios y tus pechos son un panal de angustia,
y tu vientre maduro es un racimo de uvas
colgado del parrón colosal de la muerte.

Ay, amiga, mi amiga, tan amiga mi amiga,
cariñosa, lo mismo que el pan del hombre pobre;
naciste tú llorando y sollozó la vida;
yo te comparo a una cadena de fatigas
hecha para amarrar estrellas en desorden.



AHORA YO ME ACUERDO (FRAGMENTO)

Ahora yo me acuerdo de Licantén, orillas del Mataquito,
me acuerdo de la casa aquella, como de polvo, con duraznos, con
membrillos, con naranjos, con un farol, sí, con un farol en la 
esquina de la noche y con palomas
llorando más arriba del pueblo del sueño,
me acuerdo de la tía Clorinda, oliendo a chicha florida, y de don
Custodio y de la Rosa y de la Flora Farías y de la beata doña
Rosario y del Oficial Civil y del cura don Liborio,
me acuerdo de los chicharrones y de los pigüelos y los causeos de
don Vicho, y del poruña Abdón Madrid y de la tonta Martina
y del compadre Anacleto y del borracho Juan de Dios Pizarro y
Juan de Dios Chaparro,
me acuerdo de las piaras costinas, tan olorosas a cochayuyos y a 
sentimientos de Iloca,
y me acuerdo de los lagares, ciertamente, de los lagares del buey,
arrumados en los graneros, llenos de huevos y herramientas,
"entre junio y julio"
y me acuerdo de las botas y las mantas españolas de mi abuelo,
me acuerdo de la media rayada del silabario y de las enredaderas
polvorientas de la escuela,
y después, Talca, la ácida, la árida Talca,
la lluviosa ciudad negra, seria, fea y atribulada, de santos de
sombra y de aceitunas,
la vieja escuela cluequeando entre los tamarindos,
la vieja escuela primaria, la vieja escuela primaria, y don Tomás,
el preceptor don Tomás, sí, don Tomás, el amigo de Dios, y las
bolitas,
y el volantín azul arriba de la provincia enmohecida,
aquella gran bronconeumonía y los anchos armarios de
carretillas y la vida de Colón, la vida de Edison, la vida deWashington con monitos, y los lacrimatorios del mapa-mundi,
y las matitas de poroto y de zapallo creciendo, ardiendo en los
extramuros del alma,
los caminos de estatuas, apuntalando un sol cuadrado y polvoso,
y los himnos escritos en la piedra, por la oscura mano que nadie
conoce, [...]
y después, después, las niñas Pinochet
y las cacerías y las borracheras en la montaña, adentro del
espíritu irreparable,
y los versos honestos entre los sembrados, los espinales, los
viñedos y las islas profundas de Pocoa,
que era lo mismo que un causeo de invierno, que era,
y después, el niño inhábil, el confundido, el planetario,
a patadas con los manicomios,
y las cartas lluviosas: "estudia, hijo, las cosechas van
malitas, a la bodega vieja se le cayó el cielo
y a la Chepita un diente, ¿qué te sucede?...
cobra un giro y reza por nosotros, el año inútil, hijo, sí, el año
inútil,
tu mamá te manda un pavito, abrazos, ojuelas y charqui de la 
guitarra,
aquí, ya hay violetas, cuídate, van aceitunas, patitas de chancho,
miel, quesitos de cabra, murió el rucio Caroca, tu padre,
Ignacio"...



CANTAR

Te busqué en los mares,
te busqué en las tierras,
¡no te ha visto nadie
y todo lo llenas!

Rumbo de la vida,
ilusión cansada
¿en qué pueblo habitas
y cómo te llamas?

¡Seguir caminando
sin ver el camino!
¡Llorar lo pasado
y lo no venido
con el mismo llanto...! 



GRAN MARCHA HERÓICA

Arriba, un atrevimiento de águilas, abajo, el pecho del pueblo y en la línea definitiva, entre los altos y anchos candelabros de la Humanidad, y las trompetas que braman como vacas, entre naranjos y duraznos y manzanos que, como caballos, relinchan, entre barcos y espadas, rifles y banderas en flor, al paso de parada negro y fundamental de los héroes, tú y tu ataúd de acero.

La multitud descomunal y subterránea, abate en oleaje su ímpetu de serpiente y ataca su fantasma y su palabra, como un toro la estrella ensangrentada.

Caemos de rodillas en el gran crepúsculo universal, y lloran las sirenas de todos los barcos del mundo, como perritas sin alojamiento; se acabó la comida en los establos contemporáneos y el último buey se destapa los sesos, gritando; el bofetón del huracán, partiendo los terciopelos del Oriente, araña el ocaso y le desgarra el corazón a puñaladas, cuando el fusil imperial de la burguesía pare un lirio de pólvora y se suicida.

Al quillay litoral le desgarran la pana los relámpagos de las montañas, y tremendamente da quejidos de potrillo recién nacido en el estercolero, porque su conciencia vegetal naufraga en el aroma a sangre.

Canto de estatuas, grito de coronas, llanto de corazas y bahías, y el discurso funeral de los cipreses que persiguen eternamente lo amarillo, te rodean; nosotros, entre lenguas de perro y lágrimas elementales, no somos sino sólo fantasmas en vigencia; lo heroico, lo definitivo, la ley oscura de la materia en la cual todas las cosas se levantan y se derrumban con el único fin de engendrar padecimiento, emerge de ti, porque de ti, porque tú eres la realidad categórica; y cuando los pollitos nuevos del mar a cuya orilla enorme te criaste, pían al asesinato general del ocaso, los huesos de Tamerlán echan grandes llamas; escucho el funeral de Beethoven ejecutado por setecientos maestros de orquesta, frenar la tempestad, sujetándola, como el desnudo adolescente los caballos rojos de Fidias y el cielo está negro lo mismo que mi corazón; las espadas anchas, las anchas espadas que abrieron los surcos profundos que no cavaron los arados, las espadas embanderadas de historia, se te someten y te lamen como el perro del mendigo; cuadrigas y centurias, haciendo estallar el sol sonoro, al golpear la tierra hinchada con el eslabón de la herradura, levantan polvaredas de migración y el bramido de las lanzas es acusatorio y terrible debajo de la lluvia oscura como la mala intención o un cobarde; adentro de las campanas choca la luciérnaga rota con su farol a la espalda, llorando; huyendo del incendio general, leones y chacales se arrojan a la mar ignota y las serpientes repletas de furor se rompen los colmillos en las antiguas lanzas; un gran caballo azul se suicida; borrachos de sol y parición en generaciones del Dios pánico y dionysíaco, los sacerdos-escarabajos están gritando la maternidad aterradora en miel de pinares y resinas de gran potencial alcohólico, que debaten entre ramajes la violencia tremenda de la naturaleza; el Clarín del Señor de los Ejércitos empuña la espuela de oro de la gran alarma y los soldados.

Cargado por nosotros, marcha el féretro como una rosa negra o un pabellón caído, con espanto aterrador de fusilamiento; rajados a hachazos los pellines encadenados al huracán aúllan; tú eres lo único definitivo, hundida en tu belleza de pretéritos y de crepúsculos totales, caída en todo lo solo, herida por el resplandor de la eternidad deslumbradora, mientras errados, nos arrinconamos adentro de nuestras viejas negras chaquetas de perros.

Por el camino real que va a la nada marcharé (caballo de invierno), en las milenarias edades; hoy, mi espada está quebrada, como el mascarón de proa del barco que se estrelló contra lo infinito y soy el animal abandonado en la soledad del bramadero; perteneces al granero humano, tétrico de matanza en matanza, y te robaron de mis besos terribles; braman las campanas pateando la atmósfera histórica en la cual se degüellan hasta las dulces violetas que son como copitas de vino inmortal; la tinaja de las provincias echa un ancho llanto de parrones descomunales, gritando desde el origen.

Arde tu alma grande y deslumbradora como un fusil en botón y a la persona muerta la secunda la ciudadanía universal otorgándole la vida épica como a una guitarra el sonido; como un solo animal, acumular la eternidad, triste y furioso a tus orillas, es mi ocupación de suicida; como ola de sombra, el comercio-puñal de la literatura nos ladra al alma cansada y los cuatreros, los cuchilleros, los aventureros y el gran escorpión de la bohemia nos destinan su sonrisa de degolladores, echada en sus ojos de cerdo.

Sobre el instante, la polvareda familiar gravita y empuña el pabellón de los antiguos clanes; tu eres el escudo popular de los de Rokha: tronchados, desorientados, conmigo a la cabeza de la carreta grande, tirada por dos inmensos toros muertos, hijos e hijas, nietos y nietas, yernos y nueras dan la batalla contra la mixtificación tenebrosa y estupenda de los viejos payasos convertidos en asesinos; a miel envenenada hiede el ambiente o a calumnia y perro; los chacales se ríen furiosamente y tremendamente arañan la casa sola como sombra en el arrabal del mundo, allá en donde remuelen el pelele y la maldición, tierra de escupos y demagogia, llena de lenguas quemadas; porque mi desesperación se retuerce las manos como un reo que enfrenta los inquisidores, a cuya espalda chilla, furiosa la Reacción, como negra perra vieja en celo; andando por abajo, los degenerados nos aceitan y nos embarran el camino, a fin de que el cegado por las lágrimas dé el resbalón mortal y definitivo del que se desploma en el mar rabioso que solloza echando espuma y se derrumbe horriblemente.

Juramos pelear hasta derrotar al enemigo enmascarado en el enemigo del pueblo, al calumniador y al difamador con ojo pequeño de ofidio y las setenta lenguas ajenas de los testigos falsos, a la rana-pulpo-sapo del sabotaje; juramos solemnemente cortarnos y comernos la lengua antes de lanzarle al olvido; juramos los látigos de la venganza, porque es mentira la misericordia y no tememos atacar la eternidad frente a frente, ensangrentados como pabellones.

Tranco a tranco en el pantano del horror, vi destruir a la naturaleza en ti el esquema total de lo bello y lo bueno; como un niño loco, el espanto se ensañó en tu figura incomparable, que no volverá a lograr nunca jamás la línea de la Humanidad, y caíste asesinada y pisoteada por lo infinito, tú, que representabas lo infinito en la vida humana, y el sol de “Dios” en la gran tiniebla del hombre; caías, pero caía contigo el significado de lo humano, y en este instante todas las cosas están sin sentido, gritando, boca abajo, solas, y es fea la tierra; como a aquel infeliz cualquiera a quien le revuelven la puñalada en el corazón, el perro idiota de la literatura, vestido de obispo o caracol, levanta la pata y orina mi tragedia de macho, porque como todo lo hermoso, todo lo vertical, todo lo heroico se hundió contigo en el abismo, yo soy el viudo terrible, y acaso la bestia arcaica sublimándose en el intelectual acusatorio que da lenguaje a las tinieblas; como la naturaleza es descomunal y sólo lo monstruoso le incumbe íntegramente, su injusticia fue tenebrosa con tu régimen floral de copa y el destino te cavó de horror como a una montaña de fuego; sin embargo, como soy humano, no acepto tu muerte, no creo en tu muerte, no entiendo tu muerte y el andrajo de mi corazón se retuerce salvajemente y se avalanza contra la muralla inmortal, contra la muralla desesperada, contra la muralla ensangrentada, contra la muralla despedazada, que se incendia entre las montañas y sudando y bramando y sangrando, me revuelco como un toro con tu nombre sagrado entre los dientes, mordido como el puñal rojo del pirata; a la espalda aúllan las desorbitadas máscaras gruñendo entre complejos de buitre aventurero y trajes vacíos, en los que respiran las épocas demagógicas.

Entre los grandes peñascos apuñalados por el sol, sudando como soldados de antaño, roídos por inmenso musgo crepuscular y lágrimas de antiguas botellas, tú y la paloma torcaz de los desiertos lloran; mar afuera, en el corazón de flor de las mojadas islas oceánicas, en las que la eternidad se agarra como entraña de animal vacuno a la soledad de la materia y el gemido de los orígenes gravita en la gran placenta del agua, tú das la majestad al huracán por cuyos látigos ruge la muerte su secreto total, tremendo; encima de los carros de topacio del crepúsculo, tirados por siete caballos amarillos, cruzados de llamas como Jehová, tú eres el balido azul de los corderos; aquí, a la orilla de tu sepulcro que ruge, terrible, en su condición de miel de abejas y de pólvora, haciendo estallar el huracán sobre los viejos túmulos que tu vencidad obliga a relampaguear, tú empuñas una gran trompeta de oro, tal como se empuña una gran bandera de fuego y convocas a asamblea general de muertos, a fin de arrojar la eternidad contra la eternidad, como dos peñascos; emerges de entre toneles, como la voz de las vasijas, y la gran humedad del pretérito, que huele a fruta madura y a caoba matrimonial, enarbola su pabellón en el corazón de las bodegas, cuando yo recuerdo tu virginidad resplandeciente...

Condiciona sus muchedumbres la mar-océano del Sur y tu multitud le responde terriblemente; yo estoy sentado a la orilla del que tanto amabas mar, y la oceanidad da la tónica al gigante dolor que requiere inmensidades para manifestarse y el lenguaje de la masa humana o la montaña incendiándose; remece sus instintos la inmensa bestia oceánica y el crepúsculo ensangrienta la bandera de los navíos y el cañón funeral del puerto; el mar y yo bramamos, el mar, el mar, y crujen los huesos tremendos de Chile, cuando con mi caballo nos bañamos solos en la gran soledad del mar y el mar prolonga mi relincho con su bramido por todas las costas, desde las tierras protervas de Babilonia al Mediterráneo celestial de las tuyas glicinas y a los sangrientos mares vikingos, o arrastra mi voz tronchada y sangrienta como un capitel roto y mi lenguaje de campanario que se derrumba en la gran campana del mar, con tu recuerdo gimiendo adentro; rememoro nuestro matrimonio provincial-marino y la carrera desenfrenada, desnudos, sobre la arena y el sol; es la mar soberbia, la mar oscura, la mar grandiosa en la cual gravita el estupor horizontal de humanidad que azota los vientres de las madres y relumbran las panoplias huracanadas de los viejos guerreros de hierro, que ascienden y descienden por las arboladuras como un tigre a una antigua catedral caída; lagrimones de acordeones, de leones y fantasmas dan al pirata el relumbrón de los atardeceres y el tajo del rostro atrae el sable crepuscular hacia la figura agigantada; el ron furioso da gritazos y mordiscos de alcohol degollado a la tiniebla aventurera y la pólvora roja es rosa de llamas rugiendo con perros y espadas entre la matanza histórica, adentro de la cual nosotros dos rajamos el cuaderno de bitácora sobre el acero acerbo del pecho, que es pluma y rifle, Luisita; asomándome a la descomunal profundidad heroica, veo lo eterno y tu cara en todo lo hondo; naufragios y guitarras y el lamento del destierro en los archipiélagos sociales del Tirreno y el Egeo, se revuelve a la bencina cosmopolita de los grandes Imperios de hoy, con sus navíos y sus aviones sembrando la sangre en los mares: pero el tam-tam de los tambores ensangrentados me desgarra el cerebro; sin embargo, hay dulzuras maravillosas, y te vuelvo a encontrar en esta gran agua salada por el origen y el olor animal del mundo, con tu melena de sirena clásica y tu pie marino de conchaperla y aventura.

Braman las águilas del amor eterno en nosotros...

El huracán del amor nos arrasó antaño, y ahora tu belleza de plenilunio con duraznos, como llorando en la grandeza aterradora, contiene todo el pasado del ser humano; truenan las grandes vacas tristes del amanecer y tú rajas la mañana con tu actitud, que es un puñal quebrado; fuiste “mi dulce tormento” y ahora, Winétt, como el Arca de la Alianza o como Dionysos, medio a medio de los estuarios mediterráneos y el de los sargazos mar, entre el régimen del laurel y el dolorido asfodelo diluído en la colina acumulada de los héroes, hacia la cual apunta el océano su fusilería y desde la que emergen los pinos solarios, tú, lo mismo exacto que a una gran diosa antigua de Asia, la eternidad bravía te circunda; galopan los cuatro caballos del Apocalipsis, se derrumban las murallas de Jericó al son de las trompetas que ladran como alas en la degollación y el Sinaí embiste como el toro egipcio, cuando tu paso de tórtola hiende los asfaltos ensangrentados de la poesía, gran poetisa-Continente; y las generaciones de todos los pobres, entre todos los pobres del mundo, te levantan bajo los palios llagados del sudor popular en el instante en que tu voz se distiende, creciendo y multiplicándose como el oleaje de los grandes mares desconocidos, a cuya ribera los hombres crearon los dioses barbudos del agro y los sentaron y los clavaron en las regiones acuarias, que eran el llanto de fuego de los volcanes; como fuiste tremendamente dulce, graciosamente fuerte, pequeñamente grande con lo oscuro y descomunal del genio en un régimen de corolas, el hijo del pueblo te entiende; tenías la divina atracción del átomo, que, al estallar, incendia la tierra, por eso, adentro del silencio mundial, yo escucho exactamente a la multitud romana o babilónica, arreada y gobernada a latigazos, a las muchedumbres grecolatinas que poblaron Marsella de gentes que huelen a ajo, a prostitución, a guitarra, a conspiración, a sardina y a cuchilla, a tabaco y a sol mojado y caliente como sobaco, a presidio, a miseria, a heroicidad, a flojera o a tristeza, al vikingo ladrón, guerrero, viril y sublime en gran hombría y a los beduinos enfurecidos por el hambre y los desiertos del simoum, áspero y trágico, y te adoro como a una antigua y oscura diosa en la cual los pueblos guerreros practicaban la idolatría de lo femenino definitivo y terrible; forrado en cueros de fuego, montado un caballo de asfalto, yo voy adentro de la multitud, como una maldición en el cañón del revólver.

Románico de cúpulas y óperas el atardecer de los amantes desventurados me encubre, y cae una paloma negra, Luisita-azúcar.

Soplan las ráfagas del dolor su chicotazo vagabundo y la angustia se clava rugiendo, en fijación tremenda, como un ojo enorme que quemase, como una gran araña, como un trueno con el reflejo hacia adentro y la quijada de Caín en el hocico; es entonces cuando arde el colchón con sudor oscuro de légamo, cuando la noche afila su cuchilla sin resplandor, cuando el volcán destripa a la montaña y se parte el vientre terrible, que arroja un caldo de llamas horrendo y definitivo, cuando lloran todas las cosas un llanto demencial y lluvioso, cuando el paisaje, que es la corbata de la naturaleza, se raja el corazón de avena y pan y se repleta de leones; sin embargo, medio a medio de la catástrofe, se me reconstituye el ser a objeto de que el padecimiento se encarne más adentro y la llaga, quemada por el horror, se agrande; con tu ataúd al hombro, resuenan mis trancos en la soledad del siglo, en la cual gravita el cadáver de Stalin, que es enorme y cubre el Oriente en mil leguas reales a la redonda, encima de un carro gigante que arrastran doscientos millones de obreros; semejante a una inmensa cosechadora de granjeros, la máquina viuda de los panteones degüella las cabezas negras y la Humanidad brama como vaca en el matadero; yo arrastro la porquería maldita de la vida como la pierna tronchada un idiota y espero el veneno del envenenador, la solitaria puñalada literaria por la espalda, en el minuto crucial de los crepúsculos, el balazo del hermano en la literatura, como quien aguarda que le llegue un cheque en blanco desde la otra vida; me da vergüenza ser un ser humano desde que te vi agonizar defendiéndote, perseguida y acosada por la Eternidad como una dulce garza por una gran perra sarnosa; como con asco de existir, duermo como perro solo encima de una gran piedra tremenda, que bramara en el desierto, hablo con espanto de cortarme la lengua con la cuchilla de la palabra y quisiera que un dolor físico enorme me situase a tu altura, medio a medio de este gigante y negro desfile de horror del cual estalla mi cabeza incendiándose como antigua famosa posada de vagabundos; no deseo el sol sino llorando y la noche maldita con la tempestad en el vientre; por degüellos y asesinatos camino, y ando en campos de batalla, estoy mordido por buitres de negrura, y es de pólvora y de lágrimas, Luisita-Amor, el gran canasto de violetas, con el cual me allego a tu sepulcro humildemente; a mi desesperación se le divisa la cacha del arma de fuego, Luisita-Amor, cuyos grandes frutos caen...

Éramos Filemón y Baltis de Frigia y el grito conyugal del mundo, pero se desgarró una gran cadena en la historia y yo cruzo gritando a la siga del mí mismo que se fue contigo para siempre nunca, esta gran sonata fúnebre de héroes caídos...



SOY EL HOMBRE CASADO QUE INVENTÓ EL MATRIMONIO (FRAGMENTO)

Soy el hombre casado, soy el hombre casado
que inventó el
matrimonio;
varón antiguo y egrerio, ceñido de catástrofes,
lúgubre;
hace mil, mil años que no duermo cuidando
los chiquillos y las estrellas desveladas;
por eso arrastro mis carnes peludas de sueño
encima del país gutural de las chimeneas de ópalo. 

Dromedario, polvoroso dromedario,
gran animal andariego
y amarillo de verdades crepusculares, 
voy trotando con mi montura de amores tristes... [...]

Comparo mi corazón al preceptor de la escuela del barrio,
y papiroteo en las tumbas usadas
la canción oscura de aquel que tiene deberes y
obligaciones con lo infinito.
Además van, a orillas mías, los difuntos precipitados
de ahora y sus andróginos en aceite;
los domino con la mirada muerta de mi corbata,
y mi actitud
continúa encendiendo las lámparas despavoridas.

Cuando los perros mojados del invierno aúllan, 
desde la otra vida,
y, desde la otra vida, gotean las aguas,
yo estoy comiendo charqui asado en carbones 
rumorosos,
los vinos maduros cantan en mis bodegas espirituales;
sueña la pequeña Winnet, acurrucada en su finura
triste y herida,
ríen los niños y las brasas alabando la alegría del fuego,
y todos nos sentimos millonarios de felicidad,
poderosos de felicidad, contentos de la buena pobreza,
y tranquilos, 
seguros de la buena pobreza y la buena tristeza
que nos torna humildes y emancipados 
...entonces, cuando los perros mojados del invierno
aúllan, desde la otra vida...

"Bueno es que el hombre aguante, le digo",
así le digo al esqueleto cuando se me anda quedando
atrás, refunfuñando,
y le pego un puntapìe en las costillas [...]



POEMA SIN NOMBRE

Como una gran niebla ardida
desde todas las distancias emergiendo
o lo mismo que el horizonte...

Te recuerdo y vienen piando 
las hojas marchitas del atardecer, 
hermana, amiga, esposa,
a cantar la tonada del viaje y las guitarras
en las cruces lluviosas de mi padecimiento. 

Llegas desde la orilla de las congojas sumas 
con la cara trizada de eternidad y cantos. 

Mis pájaros de alambre triste
se ahogan en tus crepúsculos, 
y yo gimo mamando nieblas.

Voy como los perros mojados 
a la siga de tu recuerdo,
sujetándome las palabras.

Desde tu ausencia está lloviendo, mi hijita;
las rotas lágrimas
extienden una gran cortina de pájaros agonizantes
encima de mi sueño enorme; 
y desde la abertura de las noches caídas 
cantan los gallos humosos...

(El invierno te llena de canciones amarillas).

Sé que todos los barcos que emigran van a fondear en tu corazón,
que las golondrinas saludan con su bandera azul,
la melancolía morena de tus actitudes deshojadas y vagabundas,
y voy edificando canciones 
a la manera que grandes ciudades extranjeras.

¡Quién degolló las gaviotas claras de la alegría
debajo de los ríos eternos?...
¿Quién canta desde el Poniente, la canción de todas las tristezas?
¿Quién enluta de llanto la enrojecida soledad,
alargándola en lo obscuro, obscuramente obscuro,
extendiéndola en lo amargo amargamente amargo
como una gran cama de sangre tronadora y crepuscular
o una gran manta violenta?...

¡Ay! querida, el tiempo se ha parado como un águila en tu memoria.

Tú das al Universo este color rodante
y este rumor violeta cruzado de cigarras;
la inmensa bruma aquella viene de tus sollozos;
siento que se ha trizado la curva de la tierra
al peso colosal de tu pie entristecido.

Los cantos dorados del tiempo, o por mejor decirlo, los mundos 
llovidos del tiempo
tiritan amontonados encima de mi angustia,
y una gran paloma negra se suicida en las arboladuras del occidente.

La pena cuadrada,
el dolor animal y rotundo, la llagadura horrenda de sentirse
¡medio a medio de la circunferencia!...
parado
¡medio a medio de la circunferencia!

Niña-Winétt!...
Y tu actitud de pájaro haciendo con besos la puntería a mi corazón.



GENIO Y FIGURA

Yo soy como el fracaso total del mundo, ¡oh, Pueblos!
El canto frente a frente al mismo Satanás,
dialoga con la ciencia tremenda de los muertos,
y mi dolor chorrea de sangre la ciudad.
Aún mis días son restos de enormes muebles viejos,
anoche «Dios» llevaba entre mundos que van
así, mi niña, solos, y tú dices: «te quiero»
cuando hablas con «tu» Pablo, sin oírle jamás.
El hombre y la mujer tienen olor a tumba,
El cuerpo se me cae sobre la tierra bruta
Lo mismo que el ataúd rojo del infeliz.
Enemigo total, aúllo por los barrios,
un espanto más bárbaro, más bárbaro, más bárbaro
que el hipo de cien perros botados a morir.



ESTILO DEL FANTASMA

Ya por añejos vinos,
corre sangre, corren caballos negros, corren sollozos, corre muerte,
y el sol relumbra en materias extrañas.
Sobre el fluir fluyente, abandonado, entre banderas fuertes,
sujeto tu ilusión, como un pájaro rojo,
a la orilla de los dramáticos océanos de números;
y, cuando las viejas águilas,
atardecen tus pupilas de otoño, llenas de pasado guerrero,
y el escorpión del suceder nos troncha la espada,
mi furiosa pasión,
mi soberbia,
mi quemada pasión,
contra “la muerte inmortal”, levantándose, frente a frente,
enarbola sus ámbitos,
la marcha contra la nada, a la vanguardia de aquellos ejércitos tremendos,
en donde relucen las calaveras de los héroes.
Si, el incendio en las últimas cumbres;
guarda las lágrimas en su tinaja el vendimiador de dolores,
y sopla un hálito como trágico,
de tal manera ardido y helado, simultáneamente;
suena el miedo, de ser, entonces.
Encaramados a todos los símbolos,
feas bestias, negras bestias nos arrojan fruta podrida, cocos de tontos y obscuras imágenes hediondas,
y los degeneras de verula,
vestidos de perras,
largan amarga baba de lacayos sobre nosotros;
es, amiga, la familia del mundo,
no, es la flor del estiércol, es la flor, es la flor morada y rabiosa de la burguesía;
pero a la medida que nos empequeñecemos de años y de llantos, para bajar hacia la montaña de abajo,
y la figura de la verdad nos marca la cara,
avanzan hijos e hijas, retozando la historia, derrochando, derramando
grandes copas dulces, y el vino y la miel rosada de la juventud, se les caen
como la risa a la Rusia soviética;
tú y yo nos miramos y envejecemos, porque nos miramos,
y porque el arte patina las cosas,
levantando su ataúd entre individuo e infinito.
Ahora, si nosotros nos derrumbamos,
con todo aquello que nos amamos y nos besamos, mutuamente, cargados de vida,
y en lo cual radicó el honor de la existencia,
va a ser ceniza la figura del sexo y de la lengua y del pecho y del corazón, que ya alumbra,
y en los pies estará todo el peso del mundo,
y ya nos vamos llegando, aproximando a la órbita, llenando de dispersión, colmando sombra,
y tu belleza batalla contra tu belleza...
Emigran las golondrinas desde tu pelo de pueblos;
el tiempo de las cosechas del trigo y el vino
flamea en tu corazón cubierto de huevos de tiempo y manzanas,
Emigran las golondrinas desde tu pelo de pueblos;
el tiempo de las cosechas del trigo y el vino
flamea en tu corazón cubierto de huevos de tiempo y manzanas,
es decir, como tarde, cuando la tarde arrea sus rebaños;
nosotros dos, nosotros, cómo nos morimos, y cómo,
en ti la niña marchita, tan linda,
entristece de dignidad feliz a la mujer hermosa y profunda, como un carro de fuego,
en mí, el adolescente agresivo y estusiasta,
yace en este animal desesperado, con pecho tremendo, que agita la dialéctica;
país de soledad, adentro del cual golpea y revienta el océano,
y es una enorme isla, tan pequeña, que da espanto, y gira rugiendo,
porque dos criaturas están abrazadas;
huele a agua mojada, a paloma amarilla, a novela, a laguna, a vasija de otoño,
y un horizonte de suspiros y sollozos
suspende una gran tormenta sobre las nuestras cabezas;
el pájaro pálido de las hojas cedas
aletea a la ribera de los recuerdos, entre los braseros arrodillados,
y retornan las viejas lámparas del pretérito,
la angustia resplandece, como una virtud, en nosotros,
y el terror de los proletarios abandonados
nos raja el pecho, desde adentro como con fuego tremendo.
Imponente como la popa de un gran barco,
amarillo y espantoso de presencia,
el sol inicia la caída definitiva, tranco a tranco, como el buey de la tarde eterna;
besos de piedra,
todas las máscaras de dios se despluman,
y caen destrozados los penachos;
un ataúd de fuego grita desde el oriente.



AVENTURERO

Oriente de cobre duro, fino y ensangrentado,
de tiempo a tiempo
tendido
de mundo a mundo.

¡Voluntad!

Soy el hombre de la danza oscura
y el ataúd de canciones degolladas;
el automovilista lluvioso,
sonriente de horrores, gobernando
la bestia ruidosa;
el tallador en piedra de catedrales hundidas:
el bailarín matemático y lúgubre.
coronado de rosas de equilibrio;
el vendedor de abismos, trágico,
dt cabellera de ciudades
y un canto enorme en la capa raída.

Tren nocturno
con ]as hojas marchitas y un vientre humoso.

¡Ay! cómo aúllan en la tierra cóncova y madura
mis leones muertos...
Voy de estrella en estrella
acariciándole los pechos violados a las guitarras.
con mi mano única;
¡oh! jugador,
agarro mi gran rueda de espanto,
despernancada,
y la arrojo contra las estrellas,
arriba del cielo, más arriba del cielo
que no existe.

Y suelo estarme cuatro y cincn mil lunarios,
como un idiota yiejo,
jugando con bolitas de tristeza,
jugando con bolitas de locura
que hago yo mismo manoseando la soledad;
entonces me río,
con mis 33 dientes,
entonces me río,
entonces me río,
con la risa quebrada de las motocicletas,
colgado de la cola del mundo.

La campana negra del sexo
toca a ánimas adentro de mi melancolía,
y una mujer múltiple y una
múltiple y una
como un triángulo de setenta lados y muchos claveles.
se desnuda multiplicando las heridas
sobre mis mundos quemantes y llenos de senos de mujeres estupefactas.



LA FORMA ÉPICA DEL ENGAÑO

El mundo no lo entiendo, soy yo mismo
las montañas, el mar, la agricultura,
pues mi intuición procrea un magnetismo
entre el paisaje y la literatura.

Los anchos ríos hondos en mi abismo,
al arrastrar pedazos de locura,
van por adentro del metabolismo,
como el veneno por la mordedura.

Relincha un potro en mi vocabulario,
y antiguas norias dan un son agrario,
como un novillo, a la imagen tallada.

Un gran lagar nacional hierve adentro,
y cuando busco lo inmenso lo encuentro
en la voz popular de tu mirada.



ORACIÓN A LA BELLEZA

El mundo está llorando RECIÉN nacido, oh! divinidad del sueño, y tú arrullas maternalmente, maternalmente al pequeño idiota RUBIO, con el problema azul de las últimas canciones...

* * *

A compas del minuto evolucionas, y eres eterna e INMUTABLE; tu actitud asciende al PULPITO ideal de las estrellas y SANTIFICA los excrementos del asno, nivela los fenómenos, el bien y el mal; y tus pies, llenos de claridad, caminan sobre el dolor mineral de los pueblos colmando de verdades la milenaria y vil, errante voz «del animal HUMANO»

* * *

Conmoción religiosa, trágica, dyonisiaca de la substancia INNUMERABLE, espíritu del universo y pan del TRISTE, pan del TRISTE, belleza, raíz de Dios, el temblor de su dedo enorme, la nocturna luz MUERTA de sus pupilas inexistentes, mujer que enloqueciste con tus caricias al más GRANDE de los poetas: Satanás.

* * *

Lo verdadero es múltiple y tú UNA y MUCHAS, MUCHAS; tus axiomas son absolutos frente a la vanidad del conocimiento, floreces por encima de la verdad y constituyes, sollozando, la VERDADERA sensación del COSMOS.

* * *

Ha treinta épocas, ha treinta épocas, tu ilusión temblaba en los ELEMENTOS del orbe. ERES anterior a la materia, hoy, iluminas el capullo irremediable de sus consecuencias, sus resultados conclusiones: el automóvil A LA LUNA, la pálida locomotora hija de metales grises, la hulla y las aguas eximias y egregias, los aeroplanos errantes, y las oscuras multitudes, las oscuras multitudes, las oscuras multitudes revolucionarias conmoviendo LA SOCIEDAD con su ideal grandilocuente.

* * *

Belleza, prolongación de LO INFINITO y COSA inútil, belleza, belleza, madre de LA SABIDURIA, colosal lirio de aguas y humo, aguas y humo sobre un ATARDECER, extraordinario como el NACIMIENTO de un HOMBRE... ¿Qué quieres conmigo, belleza qué quieres conmigo?



POETA DE PROVINCIA

Parezco un gran murciélago tremendo,
lengua del mundo a una edad remota,
con un balazo en la garganta, ardiendo
y rugiendo de horror la forma ignota.

Provincias de polillas en lo horrendo
que se desangra en lluvias gota a gota,
y es una trial frazada del estruendo
o un piano negro con la lengua rota.

Definitivamente masculino,
me he de encontrar con el puñal talquino
en el desván de las calles malditas.

Sólo contra la luna, dificulto
que haya un varón en los antiguos cultos
con un cacho de heridas más bonitas.



CANTO DEL MACHO ANCIANO (FRAGMENTO)

Sentado a la sombra inmortal de un sepulcro,
o enarbolando el gran anillo matrimonial herido
a la manera de palomas que se deshojan
como congojas,
escarbo los últimos atardeceres.

Como quien arroja un libro de botellas tristes
a la Mar-Oceáno
o una enorme piedra de humo echando sin embargo
espanto a los acantilados de la historia
o acaso un pájaro muerto que gotea llanto,
voy lanzando los peñascos inexorables del pretérito
contra la muralla negra.

Y como ya todo es inútil,
como los candados del infinito crujen en goznes
mohosos,
su actitud llena la tierra de lamentos.

Escucho el regimiento de esqueletos del gran
crepúsculo,
del gran crepúsculo cardíaco o demoníaco, maníaco
de los enfurecidos ancianos,
la trompeta acusatoria de la desgracia acumulada,
el arriarse descomunal de todas las banderas,
el ámbito terriblemente pálido
de los fusilamientos, la angustia
del soldado que agoniza entre tizanas y frazadas,
a quinientas leguas abiertas
del campo de batalla, y sollozo como un pabellón
antiguo.

Hay lagrimas de hierro amontonadas, pero
por dentro del invierno se levanta el hongo infernal
del cataclismo personal, y catástrofes
de ciudades
que murieron y son polvo remoto, aúllan.

Ha llegado la hora vestida de pánico
en la cual todas las vidas carecen de sentido,
carecen de destino, carecen de estilo y de 
espada,
carecen de dirección, de voz, carecen
de todo lo rojo y terrible de las empresas
o las epopeyas o las viviendas ecuménicas,
que justificarán la existencia como peligro y como
suicidio; un mito enorme,
equivocado, rupestre, de rumiante
fue el existir; y restan las chaquetas solas del
ágape inexorable, las risas caídas
y el arrepentimiento invernal de los excesos,
en aquel entonces antiquísimo con rasgos de santo
y de demonio,
cuando yo era hermoso como un toro negro y tenía
las mujeres que quería
y un revólver de hombre a la cintura.

Faltan las glándulas
y el varón genital intimidado por el yo rabioso,
se recoge a la medida del abatimiento
o atardeciendo
araña la perdida felicidad en los escombros;
el amor nos agarró y nos estrujó como a limones
desesperados,
yo ando lamiendo su ternura,
pero ella se diluye en la eternidad, se confunde
en la eternidad, se destruye en la eternidad
y aunque existo porque batallo y "mi poesía
es mi militancia",
todo lo eterno me rodea amenazándome y gritando
desde la otra orilla.

Busco los musgos, las cosas usadas y 
estupefactas,
lo postpretérito y difícil, arado de pasado
e infinitamente de olvido, polvoso y mohoso
como las panoplias de antaño, como
las familias de antaño, como las monedas
de antaño,
con el resplandor de los ataúdes enfurecidos,
el gigante relincho de los sombreros muertos,
o aquello únicamente aquello
que se está cayendo en las formas
el yo público, la figura atronadora del ser
que se ahoga contradiciéndose.

Ahora la hembra domina, envenenada,
y el vino se burla de nosotros como un cómplice
de nosotros, emborrachándonos, cuando nos
llevamos la copa a la boca dolorosa,
acorralándonos y aculatándonos contra nosotros
mismos como mitos.

Estamos muy cansados de escribir universos
sobre universos
y la inmortalidad que otrora tanto amaba el corazón
adolescente, se arrastra
como una pobre puta envejeciendo;
sabemos que podemos escalar todas las montañas
de la literatura como en la juventud heroica,
que nos aguanta el ánimo
el coraje suicida de los temerarios, y sin embargo
yo,
definitivamente viudo, definitivamente solo,
defnitivamente viejo, y apuñalado de 
padecimientos,
ejecutando la hazaña desesperada de sobrepujarme,
el autorretrato de todo lo heroico de la sociedad
y la naturaleza me abruma;
¿qué les sucede a los ancianos con su propia
ex combatiente sombra?
se confunden con ella ardiendo y son fuego
rugiendo sueño de sombra hecho de sombra,
lo sombrío definitivo y un ataúd que anda llorando
sombra sobre sombra.

Viviendo del recuerdo, amamantándome
del recuerdo, el recuerdo me envuelve y al retornar
a la gran soledad de la adolescencia,
padre y abuelo, padre de innumerables familias,
raguño los rescoldos, y la ceniza helada agranda
la desesperación
en la que todos están muertos entre muertos,
y la más amada de las mujeres, retumba en 
la tumba de truenos y héroes
labrada con palancas universales o como bramando.

¿En qué bosques de fusiles nos esconderemos
de aquestos pellejos ardiendo?
porque es terrible el seguirse a sí mismo cuando
lo hicimos todo, lo quisimos todo,
lo pudimos todo y se nos quebraron
las manos,
las manos y los dientes mordiendo hierro con
fuego;
y ahora como se desciende terriblemente de 
lo cotidiano a lo infinito, ataúd por ataúd,
desbarrancándonos como peñascos o como caballos
mundo abajo,
vamos con extraños, paso a paso y tranco a tranco
midiendo el derrumbamiento general,
calculándolo, a la sordina,
y de ahí entonces la prudencia que es la derrota
de la ancianidad;
vacías restan las botellas,
gastados los zapatos y desaparecidos los amigos
más queridos, nuestro viejo tiempo, la época
y tú, Winétt, colosal e inexorable.

Todas las cosas van siguiendo mis pisadas
ladrando desesperadamente,
como un acompañamiento fúnebre, mordiendo
el siniestro funeral del mundo, como
el entierro nacional
de las edades, y yo voy muerto andando.
Infinitamente cansado, desengañado, errado,
con la sensación categórica de haberme equivocado
en lo ejecutado o desperdiciado
o abandonado o atropellado al avatar del
destino
en la inutilidad de existir y su gran carrera
despedazada;
comprendo y admiro a los líderes,
pero soy el coordinador de la angustia del universo,
el suicida que apostó su destino a la baraja
de la expresionalidad y lo ganó perdiendo
el derecho a perderlo,
el hombre que rompe su época y arrasándola, le da
categoría y régimen,
pero queda hecho pedazos y a la expectativa;
rompiente de jubilaciones, ariete y símbolo
de piedra,
anhelo ya la antigua plaza de provincia
y la discusión con los pájaros, el vagabundaje y 
la retreta apolillada en los extramuros.

Está lloviendo, está lloviendo, está lloviendo,
¡ojalá siempre esté lloviendo, esté lloviendo
siempre y el vendaval desenfrenado que
yo soy íntegro, se asocie
a la personalidad popular del huracán!

A la manera de la estación de ferrocarriles,
mi situación está poblada de adioses y de ausencia,
una gran lágrima enfurecida
derrama tiempo con sueño y águilas tristes;
cae la tarde en la literatura y no hicimos lo que 
pudimos,
cuando hicimos lo que quisimos con nuestro pellejo.

El aventurero de los oceános deshabitados,
el descubridor, el conquistador, el gobernador
de naciones y el fundador de ciudades
tentaculares,
como un gran capitán frustrado,
rememorando lo soñado como errado y vil
o trocando en el escarnio celestial del
vocabulario
espadas por poemas, entregó la cuchilla rota del
canto
al soñador que arrastraría adentro del pecho
universal muerto, el cadáver de un conductor
de pueblos,
con un bastón de mariscal tronchado y echando
llamas.



AUTORRETRATO DE ADOLESCENCIA

Entre serpientes verdes y verbenas,
mi condición de león domesticado
tiene un rumor lacustre de colmenas
y un ladrido de océano quemado.

Ceñido de fantasmas y cadenas,
soy religión podrida y rey tronchado,
o un castillo feudal cuyas almenas
alzan tu nombre como un pan dorado.

Torres de sangre en campos de batalla,
olor a sol heroico y a metralla,
a espada de nación despavorida.

Se escuchan en mi ser lleno de muertos
y heridos, de cenizas y desiertos,
en donde un gran poeta se suicida.



EL VIAJERO DE SÍ MISMO

Voy pisando cadáveres de amantes
y viejas tumbas llenas de pasado,
cubierto con cabello horripilante
del gran sepulcro universal tragado.

Acumulo mi yo exorbitante
y mi ilusión de Dios ensangrentado,
pues soy un espectáculo clamante
y un macho-santo ya desorbitado.

Mi amor te muerde como un perro de oro,
pero te exhibe en sus ancas de oro.
Wínétt, como una flor de extranjería.

Porque sin ti no hubiera descubierto
como una jarra de agua en el desierto
la mina antigua de mi poesía.



A LA MANERA DE ANTAÑO

Gran hogar patriarcal lleno de nidos,
de muérdagos y rémoras felices;
un pan de sal para los días idos
y un pan de mar para los días grises.

La proa afronta contra la ola (heridos),
a los corsarios sobre cien países,
o andamos por la aldea atardecidos
tragando sol o cazando perdices.

Le invade de chacales la retórica,
pero yo echo la orinada histórica
sobre sus catres de metales blandos.

Y aunque toda la horda nos acosa,
medio a medio de los caminos, rosa
de humo y piedra, la tribu está brillando.



MORDIDO DE CANALLAS, YO FUI EL GRAN SOLITARIO

Mordido de canallas, yo fui "el gran solitario
de las letras chilenas", guerrero malherido,
arrastro un desgarrado corazón proletario
y la decisión épica de no caer vencido.

Sobre la patria arada de espanto, mi calvario
chorrea sangre humana, y un sol despavorido
me va ciñendo el cuerpo de fuego extraordinario,
como un caballo de oro con el freno perdido.

Irreductible al látigo, salvaje e innumerable,
el instinto social me da el imponderable,
y descubro un subsuelo que el drama humano aprueba.

Con tu recuerdo, al hombro, mi rol específico,
y como andando solo, en ti me identifico,
fundo con tus cenizas una religión nueva.



TERCETOS DANTESCOS A CASIANO BASUALTO

(Dedicado a Pablo Neruda)

Gallipavo senil y cogotero
de una poesía sucia, de macacos,
tienes la panza hinchada de dinero.

Defeca en el portal de los maracos,
tu egolatría de imbécil famoso
tal como en el chiquero los verracos.

Legas a ser hediondo de baboso,
y los tontos te llaman: ¡«gran podeta»!
en las alcobas de lo tenebroso.

Si fueras un andrajo de opereta,
y únicamente un pajarón flautista,
¡sólo un par depatadas en la jeta!...

Pero tu índole sadomasoquista,
un tiburón de las cloacas suma
a la carroña del oportunista.

Y si eres infantil como la espuma,
eres absurdo Cacaseno oscuro,
si el escribir con menstruación te abruma.

Granburgués, te arrodillas junto al muro
del panteón de la Academia Sueca,
a mendigar... ¡dual amoral impuro!

Y emerge el delincuente hacia la pleca
de la carátula facinerosa,
que exhibe al sol la criadilla seca.

Astuto, ruin, tarado, voz gangosa,
saqueas a la U.R.S.S, envilecido,
con la tremenda mano estropajosa.

Flojo arribista, tonto y bien comido,
dijiste de este norme pueblo ardiente:
«Chile, país de cafres», ¡gran bandido!

Eres la negra cabeza de puente
de la horrorosa corrupción burguesa
en el filo-marxismo decadente.

Avido como pájaro de presa,
refleja tu persona a un mar de idiotas,
y es su retrato, en ti, lo que interesa.

Por eso no caminas, y rebotas
contra la parte más noble y sufriente
de tu partido, y te ladran las botas.

¡Tú, el discriminador impenitente,
burócrata y plutócrata racista
que insulta a herida, a eterna, a heroica gente!...

Es que tienes costumbres de alquimista
de fiambrería, y es que estás vendido,
todo, al gran criminal imperialista.

Es que tienes costumbres de alquimista
de fiambrería, y es que estás vendido,
todo, al gran criminal imperialista.

La baba oscura del hampón, hundido
en la maldad oblicua del plagiario,
te chorrea del corazón podrido.

Y las pelotas del «estravagario»,
juegan al campeonato del canalla
en el gran orinal «crepusculario».

Eres el «jefe» de una tal morralla,
tan desleal como todo cobarde,
y mereces escupos, no metralla.

Calumniador e infamador, tu alarde
de apropiarte de un muerto es de demente,
que se ahoga en los mares de la tarde.

Abominando del hombre valiente,
echas en cara la desgracia humana,
y, al insultar, muestras la bestia ingente.

¡Es tan abyecta tu actitud marrana
y es tan de amoral tu ejecutoria...
¡debiste ser hijo de puto y rana!...

Chillas por eso pidiendo euforia
necio-anormal de «un puntapié en el culo»,
y el ser pro-imperialista es tu victoria.

Tu condición de Judas y de Chulo,
corrompe con dinero mal habido,
y a quien explotas, lo declaras nulo.

Tu verso inmoral se ha «enriquecido»
de un mil de pederastas de prontuario:
cantas por paga, en tu rabel transido.

Estafándola, alzando su calvario,
a aquella fiel humilde «hormiguita»,
formas la roña del prostibulario.

Por tu gran colección hermafrodita
sin que falte una loca Concha sola,
la Reacción mundial te felicita.

la miendo por debajo de la cola
al ladrón del Viet Nam, al asesino,
eres el héroe de la coca-cola.

Gran comensal del Wall Street ladino
miras a Cuba como los «gusanos»,
y su martirio te importa un comino.

Tu comunismo es farsa de Casi Anos
emputacidos y escandalosos,
que vende, como reses, sus hermanos.

Ceñido de mugrientos y roñosos,
tinterillo de latifundistas,
yo te comparo a los perros tiñosos.

Defiendes, pisoteando comunistas,
a los patrones contra los peones,
y los dueños de fundo son tus pistas.

Ladroneando, eres tú flor de bribones,
y como vives de seres dudosos,
auspicias guardaespaldas maricones.

Insultador de héroes grandiosos,
como Mao Tse-tung y su Partido,
entregas sangre ajena alos golosos.

Tu «pedosita» es pacotilla, herido
de vanidad añeja de ramera,
«gozas» de «fama», pero estás vencido.

A la siniestra mafia aventurera
de la chacota en la literatura
tu camarilla le dio pedorrera.

¡Oh! mixtificador, tu sinecura
de atorrante político, «escruchante»
poético, es un tarro de basura.

Engañas a «las musas», y el cantante
de prostíbulo que hay en tus muletas,
en las ideas es un comerciante.

Sodomitas, rufianes, proxenetas,
pacotilleros y filibusteros,
te corretean entre cuchufletas.

Bohemio y metafísico, en usleros
de material confuso estás sentado,
como en grandes divanes de braseros.

De «Derecha» y de «Izquierda» te has timbrado
y oscilas de entre alones y loyolas,
manoseando para lado y lado.

Como te arrastran las sesenta bolas
de las antologías criminales,
te balanceas en las carambolas.

Un rebizno mundial de homosexuales,
monta la máquina cosmopolita
de tus negocios internacionales.

Y hasta el cura pronazi aranedita
llorando se arremanga las polleras
en honor de tu gran guata «bendita».

Yegua de arreo, riega las praderas
de la bohemia tu meada de piojo
funeral, corroído de goteras.

Los de Hernanes, el negro y el rojo,
son los sucios eunucos amarillos
de tu harem: Cardenal y Matapiojo.

Ellos te chupan de los calzoncillos
la bazofia, con lengua de lacayos:
pían sin pico, aunque son pajarillos.

Tal como dos esclavos, dos cipayos
enmascarados en su podredumbre,
sirvientes del verdugo y papagayos.

Los «capos» de la antigua servidumbre
te abandonaron por ingrato e inmundo
como a un cuchillo mordido de herrumbe.

Hoy por hoy, solo, en el hoyo del mundo
chillas y gritas, espantosamente,
lo mismo que un zapato moribundo.

Y aunque manchas tu patria, impunemente,
contrbandeando éxito por mérito,
te escupe un gran gargajo frente a frente.

Vendido a Norteamérica, el pretérito
de tus engaños al proletariado,
da vuelta la chaqueta al benemérito.

Traidor y desertor calificado,
te burlaste de los trabajadores
yendo de negociado en negociado.

Tu frenesí es corruptor de menores
intelectuales, «regolucionario»
a lo Mansilla, «Rey» de embaucadores.

«La araña negra» y «el patibulario»
te llamó Juan de Luigi, al cual echabas
en cara la ceguera... ¡oh!, mal corsario.

Telarañoso y mercantil, alabas
lo que negaste, como equilibrista,
y al Premio Nobel lo llenas de babas.

De país en país, gran arribista,
tu gonorrea literaria has ido
vendiendo como egregio pendolista.

Tu «reconciliación» de forajido
con el imperialismo, es lo más lógico:
se van de corrompido a corrompido.

Como un bruto o eunuco patológico
estás sobre las clases defecando
y a tu estiércol lo estimas antológico.

Un viejo perro muerto anda aullando
en tus quejidos de gran roña ahita
y, al vomitar, te vas desintegrando...

Toda tu obra mal robada, imita:
«Macchu-Picchu» es Ramponi, el argentino,
a quien plagiaste su «Piedra Infinita».

Tagore, Baudelaire, Vallejo, (vino
y mito), te encubren, y te aterra
haber transado tu alma de cochino.

El fosil colonial de Inglaterra
entre biblias y whiskyes y serpientes
engendró «Residencia en la Tierra».

Si hablando a gentes proletarias, mientes,
mientes cantando y llorando y, mintiendo,
mientes a delincuentes y a inocentes.

Como lo heroico no lo estás viviendo,
tú frenas la potencia de las masas
con tu veneno «poético» horrendo.

Por tus siete maletas, sobrepasas
el equipaje multimillonario,
cuando el botín repleta tus tres casas.

A alguna menopáusica de acuario,
«tu Farewell» ¡de Blomberg!, le produjo
alteraciones en su calendario.

Sabat Ercasty te dejó con pujo
sangriento, y «El Hondero Entusiasta»,
es la baraja y el moco del brujo.

Siendo un feto, te das de iconoclasta,
y a mí me has estafado desde el nombre
a esta línea de fuego, que te aplasta.

No eres un hombre pobre un pobre hombre
condecorado como a un espía
del anticomunismo, cobre a cobre.

«Punta de lanza» de la porquería
capitalista, porque no batallas,
en la agonía de la burguesía.

Ni Trujillo agregó a tantas medallas
tanta asquerosa maldad engañosa,
y «Chapitas» fue ejemplo de canallas.

El gran oficialismo es tu ruidosa
pantalla, adulas a cualquier Gobierno
y le cambias por plata, verso o prosa.

«Gran mal poeta», (engendro del infierno),
te llamó Juan Ramón en «Españoles
de Tres Mundos», Caín de mas de un cuerno.

¡Y tú, coleccionando caracoles
o mascarones en que te defines!...
«Radio La Habana» baleó tus controles...

Entre los más rosados querubines,
te «canonizarán» de comunista
con la trompeta de los malandrines.

Un Belaúnde pronacifascista
y asesinador de guerrilleros
coronó tu cinismo de pancista.

Como a chancha «matada», los culeros
te lastiman el lomo y las berijas,
(dos instrumentos de los marulleros).

Es decir, las ambiguas sabandijas
de la retórica y de la poética,
ya sólo en los sobacos las prohijas.

Porque como eres «loco» de la estética
y el robot parroquial de un clan idiota,
hasta tus cómplices piden genética.

¿Tú revolucionario? La pelota
del trotzquismo te cuelga del hocico,
enmascarándote. Y Lenin te azota.

Con tu conducta de sapo y de mico
ofendes a la inmensa clase obrera,
y a costillas del pueblo eres tan rico.

Además, el Pentágono reitera
en dólares sonantes y contantes,
su amor a la canalla aventurera.

Y la CIA procura resonantes
éxitos al carajo «bien portado»
y condecoraciones y diamantes.

Y un horrendo esplendor prefabricado
y queso y pan y vino, todo de oro,
y los difraces del enmascarado.

La gritería universal, el toro
de cartón rojo, el Caballo de Troya,
la gran máquina-jaula para el loro.

Turbia gran bruja macabra de Goya
es tu aflicción de «Toribio Gallina,
el Náufrago», colgando de una bo... ya.

A tu «realismo» échale formalina
en el tronco esencial de la macana,
porque muestra su lengua femenina.

La épica social americana
la escribo yo, rugiendo pueblo adentro,
con mi pluma-fusil, (gran hacha humana).

Y tu canción de amor es epicentro
de mistificadores, y bolina
de maricas, con punto y como al centro.

Lo bautizaste como «Guillermina»
al «Mascarón», que oculta tus «apremios»
de bailarín de la Tía Carlina.

Y si aún deseas premios y más premios,
te ofrezco el premio a la sirvengüenzura
colosal y feroz de los bohemios,

que se cavan la propia sepultura:
no importas tú, ¡importa tu impostura!...



RETRATO DE MUJER

Pequeña-pequeña y sutil, morenita como las esposas de "La Biblia" o los lirios dilectos del Ganges, graciosa, melodiosa, misteriosa, llena de innumerables destinos augustos, egregios, y pálidas adivinaciones, humilde en su virtud, humilde y humilde, grandes los negros ojos negros, chiquito el pie, anda por las vías eternas acariciando los acontecimientos rientes, las desgracias que visten mortüorios lutos amarillos, el gesto fluvial de los llantos, el gesto fluvial de los llantos, la montaña, y el insecto maximalista, ácrata o filósofo, acariciando, acaparando la vida y los sepulcros con mimos de gatita joven.

En aquel montoncito de carnes sumisas, humanas, heróicas, florales, viajeras, canta el ilustre mar, la tierra orlada de trigales intermitentes o sonoros nidos, los cándidos cielos musicales, Dios, Satanás, el viejo instinto negro que sonríe a la nada desde los subterráneos del hombre y la materia.

Se parece a las banderas del pueblo: el modestísimo olor a gestos rurales, la religiosidad honrada y honesta que diluye su ateísmo profundo como las aguas eternas de las tumbas, su ateísmo, lo ensimismado, lo virtuoso, l0 tranquilo de las diarias maneras exteriores, el sentido de la divinidad aureolando sus huesos a cada instante del a cada instante, tienen un no sé qué tan evangélico que evoca, ¡oh!. que evoca la leyenda del lugar...

Diríase que viene saliendo de la escuela, seriecita y juguetona, juguetona y seriecita, seriecita y juguetona, diríase que viene saliendo de la escuela con el hijo en los brazos precoces, pueriles... "nenito, peladito, chucurrutito", así le dice a la guagua de meses... él contesta sonriendo, sonriendo: "a... gu... u... u..." y los dos se conocen ha setenta mil años, por lo menos.

A orillas de los campos floridos, apostólicos, su actitud llena de árboles y agua se define ruidosamente; ¡qué alegres van los zapatitos blancos por el camino real atardeciendo!... La silueta maravillosa, fina y triste, fina, fina y triste, sus líneas intelectuales, imperial-ideales, dilectas, como de dulce y grave pastorcita ingenua que fuese princesa ignorándolo, ilustran el tema agrario, sacratísimo, cual una flor el frac del héroe; ella adaptó los últimos refinamientos a las yerbas honorables, burguesas, la elegancia del encaje albo sobre las túnicas crepusculares al fervor doloroso del grande poema de la agricultura.

Süave, süave, süavemente süave, ambula como ola sonámbula insinuando apenas su alma enorme, palpa las cosas, y las cosas vibran lo mismo que arpas naturales, pisa y el pie celeste roza los fenómenos cual una luz la cara de un difunto, sonríe y se ilumina el turbio-mundo, piensa, y entonces un olor a violetas claras inunda el universo, las figuras se hacen suavidad, los geométricos triángulos objetivos esconden las garras estridentes, oblicuas, y unas canciones blancas, como arpas blancas, juegan alegremente con los pájaros nuevos.

Mujercita al rojo es, mujercita al rojo; caldea el amor sus entrañas adolescentes, las menudas manos le arden, el sangriento clavel de los labios calcina los vagos suspiros innumerables, ondula el vientre como sementera, tiemblan los pechos cual floridas torres que se incendiasen al crepúsculo, las pupilas van agrandando y van horadando la tierra y florecen lágrimas y besos, florecen, florecen; dos verdes ojeras invaden su cuerpo anulándolo, borrándolo, eliminándolo y los pies, riendo al mar de libres cabellos anochecidos, fluctúan por el aire minúsculos, precisos, minúsculos de minúsculos...

Un gigante ritmo sobrenatural preside sus actos e imágenes; asombra lo equilibrado de su espíritu, práctico y romántico, romántico y práctico, artistísimo cantor de las pequeñas formas cuotidianas, y al que incendia los huesos el fatal ensueño fatal, la vieja ilusión que viene saliendo de los manicomios con la verdad en un trapito; ama lo lógico en las cosas, el inconmensurable absurdo local de las ideas y es prudente como las golondrinas,  porque realiza lo heroico.



GRANO DE PÓLVORA A UNA CIGARRA

Empuña el sol tocando y desparramando su cuerno de fuego, y en los surcos maduros el pan estalla entre gaviotas y vasijas...

Todo está hecho así, Luisita: vihuelas y cadenas, y somos materia que habla, materia que llora, materia que canta y enormes categorías de espanto; cae el hombre y se levanta la sociedad huracanada, rompiendo esclavitud adentro y congojas grandes como espigas o como estruendos de eternidades que batallan arrojándose montañas a la cara; amor, aquí estoy cuidando tu sueño como un tigre rojo o un soldado de basalto de centinela en las avanzadas del mundo.

Sobre el hambre del régimen levantan los imperios económicos la bandera negra de la piratería internacional, enarbolada por los Caínes y traidores, y el águila de los infiernos desgarra y aplasta vientres de mujeres de miel y niños atroces con la pata macabra de la guerra y la inflación rugiente de cadáveres.

Monologando, arañándome el corazón con la cuchara rota de la pena, me arranco el pedazo del alma que representa a cada semana y te contemplo a ti adentro, solita y enorme como un nomeolvides en un abismo; viejo, furioso, tierno, el rescoldo del remoto querer levanta llamas tronchadas y multitudinarias, rajando el hígado anciano del quemado roble, y una perdiz feroz toma y emigra; soy espectáculo y audiencia de un drama eterno, copretérito, en el cual mis entrañas son el personaje latente, el rugiente fusil o caballo desaforado que busca abismos, y un hijo del pueblo, cruzando los pueblos hambrientos con su atado de volcanes gritando en la soledad de los navíos; no volveré a besar nunca jamás tu boca de tierra y mundos; y a la orilla de mí las hienas lluviosas y envenenadas de "Dios" rajan la sábana de luto del tiempo con las ganas quebradas y ensangrentadas.

Llorando como el retrato de Balmaceda en la decadencia de la clase-media provincial de hoy, penoso y telarañoso te escribo, circunscrita de amapolas, versos de fuego con hierro rugiendo y tórtolas, para el Correo del Otro Mundo, como un roto infeliz que se lavase solo la puñalada total con el jabón de olor de los recuerdos, encima de la patria caída.

Tremendamente poblado de lisiados y ladrones, asesinos y limosneros, peronistas, poetastros, sodomitas, demagogos y literatos-tiburones-cogoteros profesionales, el país de Chile parece un poncho de piojos y lágrimas, y a la opinión pública le llora un muerto en la garganta; inviernos sin braseros ni comida gotearon las últimas habitaciones, y tu ausencia, Winétt, socava la patria que cantaste; floreció el peral un tarro de llanto y las palomas se cubrieron de suicidio y lluvia en las mediaguas abandonadas de antaño, en las que denantes sentí el calofrío del infinito bajando como helado y amargo fantasma, o como obrero sin trabajo o como pasado de antigua familia caída en la prostitución y la miseria.

Como un buho en el crepúsculo se derrumban los aterrados demagogos literarios y es horrenda la existencia entre podridas gentes, entre mentiras que roen como ratones rojos la reputación democrática y el don creador, entre Obispos de Mar de la literatura que han hedionda hasta el alma, entre la cháchara radialbestial del compadrón justicialista, que en un aletazo de imbecilidad tenebroso, entre las abejas muertas de tu recuerdo que se manchan las pestañas de oro azul en el pantano de la vida.

Comprendo lo serio y tremendo que es ver llorar a un hombre; lo soy entero, definitivamente, rotundo; tu orgullo fui de hombría lleno, y lloro con vergüenza y con grandeza, lloro tal como un rotito chileno botado en las cunetas del camino, por el cual avanza como grande barco el automóvil del latifundista; o como si todo mi llanto fuera el llanto general del mundo; volveré a ser el huaso litoral, el huaso de montura de potro y cuchilla, cacho y lazo de siete corriones, espuelas con rodaja de campana de luto y manta a rayas color bandera y fuego, y el roto completamente solo y entristecido para siempre nunca, o el hacendado menor sublimado en bodeguero-despachero-carnicero de provincia o barrio de antaño y moriré apuñalado en una gran barranca. vociferando de alegría horrible; mi desesperación fusilera se desafía con mi cinturón de balas y he de caer entonces, recordándote a ti que estás presente con todos los pueblos adentro de la canción eterna, oh! dulce calandria de oro...

Entre el ilustre mar y tú, la relación de profundidad es enorme; es por aquello que no es tu recuerdo quien va adentro de mí, sino yo mismo íntegro adentro de tu recuerdo porque yo soy tu recuerdo; desde mi congoja llueve tu nombre, y voy como Galvarino con los brazos cortados a la altura del coraz6n.

Llora la ojota nacional, y el país hambriento y desesperado aguanta la patada del gran imperio del dó1ar tallada en la bota del patrón, y el peón apenas se puede la miseria; tranco a tranco, empujo mi alma como un carretón viejo; y estos renglones echan humo y pena de gran incendio, como si se quemasen todas las montañas del mundo; sobre las ruinas tremendas alto y retumba el trueno; aguarda un momento Winétt: ¡voy a golpear la Eternidad con la cacha de mi revólver...!



EPITAFIO EN LA TUMBA DE JUAN, EL CARPINTERO

Aquí Yace «Juan, el carpintero»; vivió setenta y tres años sobre la tierra, pobremente, vió grandes a sus nietos menores y amó, amó, amó su oficio con la honorabilidad del hombre decente, odió a la capitalista imbécil y al peón canalla, vil o utilitario; juzgaba a los demás según el espíritu.

Las sencillas gentes honestas del pueblo veíanle al atardecer explicado a sus hijos el valor funeral de las cosas del mundo; anochecido ya, cantaba ingenuamente junto a la tumba del rorro, un olor a lavirutas de álamo o quillay, maqui, litre, boldo y peumos geniales perfumaba el ambiente rústico de la casa, su mujer sonreía; no claudicó jamás, y así fue su existencia, así fue su existencia.

Ejerció diariamente el grande sacerdocio del trabajo desde el alba, pues quiso ser humilde e infantil, modesto en ambiciones; los Domingos leía a Kant, Crevantes o Job; hablaba poco y prefería las sanas legumbres del campo; vivió setenta y tres años sobre la tierra, falleció en el patíbulo, POR REVOLUCIONARIO. R.I.P.

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